Capítulo XI
El niño de la atal
El día llegó con el mágico resplandor del sol de
Ysatna. Todo aquel lugar era especial. Kyo abrió lentamente los ojos y miró la
enorme y cómoda cama sobre la cual estaba recostado. Enfrente de él estaba una
enorme ventana. De pronto, escuchó una música de trompetas y luego una banda
empezó a tocar un himno marcial. Se asomó confundido y vio que estaba en un
castillo y bajo él estaba una multitud de personas y varios caballeros
medievales desfilaban. Se tomó la cabeza aturdido y volvió a sentarse.
—Oh, todavía estoy soñando con estas cosas...
De pronto, la puerta se abrió sorprendiéndolo. Era
Romeo quien iba con una comitiva detrás suyo, la cual traía un traje blanco y
una capa.
—Buenos días, Sir Kusanagi. ¿Cómo has
dormido ?...
Kyo brincó en la cama ¡No es cierto, estaba soñando,
todo había sido un sueño !...
—¡¡¿Romeo ? ! !...
—Si, soy yo—dijo Romeo con una mueca de extrañeza
mientras los sirvientes ponían los ropajes en la cama—¿Te ocurre algo
malo ?...
Kyo terminó de convencerse de que nada había sido un
sueño.
—N-no , nada, nada...¿Qué es todo esto ?...
—Hoy te presentaré como huésped de honor ante el
reino. Hicimos un gran desayuno donde todos serán convidados, y te traje esta
ropa para que te vistas apropiadamente.
Kyo se puso rojo.
—¡¡EEEhhhhhhhhhh ! ! ¡¿Cómo crees ? !
—Déjate de tonterías y vístete, Sir Kusanagi. Quiero
que te sientas como en tu casa. Eres de una familia noble.
—¿De qué hablas ?...
—Tienes el porte de una familia noble. También tienes
un tatuaje que es, a mi juicio, el escudo de armas de una familia importante.
—¿Qué dices ? ¡Yo no tengo ningún tatuaje !.
—¿En serio ? ¿Entonces que es...—dijo Romeo
tomando un espejo que acercó a Kyo—...esto ?...
Kyo miró su rostro en el espejo y vio en su frente el
sol de su familia. Trató de borrarlo pero no pudo. Parecía tatuado.
—P-pero...¿Qué es esto ? ¡Yo no lo tenía !
¡¿Quién me lo hizo ?!...
Romeo lo miró extrañado.
—Nadie lo hizo. En mi reino nunca se ha visto esa
marca. Hoy apareció en tu frente.
Kyo se sorprendió mucho. ¿Qué carambas estaba
pasando ?...
—Ahora alístate, que pronto será servido el desayuno.
Kusanagi empezó a vestirse. La medida del traje era
perfecta, igual que las botas y la capa. Como signo de hospitalidad y de
lealtad, le dejaron una medalla con el símbolo del reino de Omega. Kyo la tomó
y se la puso despacio. Se miró en el espejo, y aunque fuera él, pareciera otra
persona. Se pasó los dedos por la frente y luego tomó un paño como el que
siempre usaba antes del torneo donde apareciera K'. Iba a ponérselo pero se
arrepintió, y finalmente se quedó como estaba.
Acababa de vestirse cuando Romeo apareció de nuevo en
su cuarto.
—¡Vaya, Sir Kusanagi ! Veo que estás listo.
Acompáñame.
Kyo le sonrió y luego ambos salieron al pasillo el
cual daba a unas enormes escaleras de piedra.
—Luces diferente,
Sir Kusanagi.
—Por favor, llámame Kyo.
—De acuerdo...Kyo.
—Romeo...
—¿Sí ?...
—Yo no quiero fiestas ni nada por el estilo. Yo lo que
necesito es encontrar a Iori.
—Yo te prometí que lo buscaríamos. Y será después de
que te presentes. Mi gente no confiará en alguien a quien mantengo escondido,
¿cierto ?...
—Cierto.
—Terminando la fiesta te prometo irlo a buscar a los
pueblos cercanos.
—Está bien. Gracias...—Dijo Kyo con una sonrisa. Pero
al bajar las escaleras sintió un presentimiento muy fuerte. Su pecho se
oprimió. ¿Qué le estaba pasando ? ¿Qué era lo que provocaba la orgía de
sangre en su cuerpo ? ¿Por qué apareció la marca de los Kusanagi en su
frente, imborrable ?...
Cuando salieron al patio que estaba arreglado para un
gran banquete, la gente se levantó, mirando al extraño joven. Romeo sonreía a
todos , la banda seguía tocando y ambos se sentaron. Luego Romeo expresó frente
a todos :
—Querida gente del pueblo de Omega, he aquí que
tenemos a un invitado muy especial. Su nombre es Kyo Kusanagi. Será huésped de
honor del reino y le he prometido que lo ayudaremos en una búsqueda muy
importante que tiene. Les aseguro que podemos confiar en él tanto como él
confía en nosotros.
Kyo miraba anonadado al joven. Se sorprendió por su
porte seguro y su manera de hablar, y como la gente lo estimaba y lo
escuchaba...y pensaba como su mundo podría ser mejor si todas las personas
estuvieran dispuestas a escuchar....
El príncipe se sentó a un lado de Kyo. Rufus estaba en
el otro extremo, presentándose. Luego Kyo lo miró y Rufus lo miró también.
—¿Quién es usted ?
—Mi nombre es Rufus y soy el consejero del príncipe.
—Mucho gusto.
—El gusto es mío, joven Kusanagi. Será un placer
servirle. Nos esperan muchas cosas.
—¿A qué se refiere, señor Rufus ?...
—Se lo explicaré con más detalle después del desayuno.
¿De acuerdo ?...
Kyo asintió. Sin embargo, sentía un poco de miedo. Y
aquel temor nunca lo abandonaba. Entonces, Kyo se dirigió a Romeo.
—¿Y por qué este espacio tan grande frente a nuestra
mesa ?...—preguntó.
—Ah, es que habrá una demostración de los caballeros
de Omega. Es una costumbre en las celebraciones de bienvenida como esta.
—Vaya...
Entonces, salieron en hilera varios de los caballeros
más fuertes del reino, con sus refulgentes armaduras que reflejaban el sol de
la mañana. Se pusieron frente a la mesa de honor donde Kyo los miraba
sorprendido. Hicieron una reverencia, sacaron sus espadas y las levantaron al
cielo.
—Honor al reino de Omega y al príncipe Romeo. Lealtad
al reino de Omega y a Sir Kusanagi—dijeron en coro.
—Ahora, harán una demostración de combate espada
contra espada—le murmuró Romeo a Kyo quien miraba muy entretenido la ceremonia.
Un caballero de armadura dorada y un caballero de
armadura plateada, ambos con el símbolo del reino, se pudieron al frente y desenvainaron
sus espadas.
—¿No se harán daño, verdad ?...—preguntó Kyo a
Romeo—He visto ya a mucha gente peleando sin sentido.
—Por supuesto que no—contestó Romeo—Un caballero de mi
reino nunca podrá hacerle daño a otro de su clase.
—¿Y contra otros caballeros ?...—añadió Kyo.
—Entonces...—dijo Romeo con la mirada un poco triste y
melancólica—la regla cambia. Pero ahora es época de paz, y ruego porque una
guerra no venga con tu inesperada visita.
—El que yo esté aquí...—dijo Kyo—¿anuncia que vaya a
desatarse algún acontecimiento desafortunado ?...
—Mucho me temo que sí, Sir Kusanagi.
Los caballeros empezaron a combatir y el metal forjado
de sus espadas empezó a resonar mientras Kyo y Romeo seguían conversando.
—¿Por qué ?...
—Hay muchas cosas...Dime, Kyo, ¿Crees en el
destino ?...
—Sí. Aunque creo que si es un destino injusto puede
cambiarse—dijo Kyo mirando la demostración caballeresca.
—Yo también creo lo mismo.
Kyo miró a Romeo quien hizo lo propio y ambos se
perdieron en sus miradas. Luego de nuevo Kyo desvió su atención al combate.
—A veces yo me pregunto si es posible cambiar el
destino de alguien. Quizá todo dependa del pasado.
—El pasado, por más nefasto que sea, debe de guiarte
en el futuro...no abrumarte en el presente—agregó Romeo—El que no conoce su
historia está condenado a repetirla.
—Tienes razón.
Kyo estaba más tranquilo...Romeo era muy parecido a
él. Se sentía muy bien a su lado...De pronto, tomó a Romeo de la mano en señal
de amistad.
—Yo juro proteger a tu pueblo. Gracias por ayudarme.
—¿Proteger a mi pueblo, Sir Kusanagi ? ¿Con qué
poder ?...
Kyo sonrió y entonces le mostró su dedo índice. Luego
este se encendió y Romeo se hizo para atrás. Los caballeros se sorprendieron y
pararon el combate y todo el pueblo guardó silencio. Kyo movió el dedo de un
lado a otro.
—¡Sir Kusanagi !—Exclamó Romeo sorprendido—¡T-ten
cuidado, puedes quemarte !...
—No...—dijo Kyo con esa sonrisa imborrable mientras
acercaba su flama a su rostro—El fuego no puede dañarme. Lo tengo en mi cuerpo.
—P-pero...¿Cómo ?...
—Herencia de familia...
Convine con el líder del Clan Solar...
Romeo se murmuró a sí mismo
—El líder del clan solar...Sir Kusanagi...es
descendiente del líder del clan solar y su marca es la marca de su frente.
—¿Qué dices ?—Dijo Kyo.
—N-nada...
Kyo sonrió aún más y mostró su flama bailando en la
punta de su dedo a todos los presentes. Romeo siguió pensando...
—Kyo es el dueño de una de las piedras...
Todos miraban a Kyo.
—¡Moetaro !—dijo sonriendo y soplando un poco
apagó la llama de su dedo.
Los caballeros se recuperaron un poco y continuaron
peleando.
Kyo siguió mirando el espectáculo entretenido de no
ver una pelea por un título sino una pelea de mera demostración.
No pasaría mucho tiempo cuando empezó a sentir una
opresión dentro de su pecho. Tomó una servilleta pues empezó a toser. La miró y
tenía una mancha de sangre. Se levantó de repente.
—¿Qué te pasa, Kyo ?—preguntó Romeo preocupado
porque Kyo se retiraba sin decir nada.
—N-nada...me siento...un poco...mal...disculpa...
Kyo empezó a abrirse paso entre las mesas cuando un
estruendo horrible irrumpió la paz. Kyo volteó de repente y vio a los seres
lagarto que se acercaban a Romeo. Eran más de treinta.
—Oh, por Dios...no...no otra vez...
Romeo se levantó de la mesa con semblante impasible.
Los caballeros que estaban peleando se interpusieron a los seres bestiales.
—¡Ustedes, Engendros !—gritó Romeo detrás de
ellos.—¿Qué quieren aquí ?...
Kyo miró sorprendido a Romeo que enfrentaba a aquellos
seres con gran entereza.
—No venimos por ti, príncipe inútil...venimos por el
que escondes.
—¡Jamás !...—gritó Romeo. Los caballeros se aprestaron a defenderlo.
Entonces Kyo gritó.
—¡Soy yo a quien buscan, malditos ! ¡Dejen en paz
a esta gente !...
—Ahí está el niño de la piedra Atal...—dijo una de las
bestias. Romeo lo miró sorprendido—. Vamos por él.
Los hombres lagarto se dejaron ir contra Kyo más los
caballeros se pusieron delante de él.
—Juramos lealtad a Sir Kusanagi. Pelearemos por él.
Las bestias se enfurecieron y los caballeros arremetieron
contra ellas armando una trifulca en el centro de las mesas. La gente se empezó a ir asustada y otros más
valientes empezaron a pelear. Kyo veía lleno de un sentimiento indescriptible a
esas personas cuya palabra de honor valía todo el oro del mundo.
Sin embargo, los hombres lagarto empezaron a barrer
con los hombres y con los caballeros. Uno de los caballeros cayó ante los pies
de Romeo quien no lo soportó más y desenvaino su espada.
—¡Seres inmundos ! ¡Pagarán con sangre lo que le
hacen a mis hombres !...
Kyo se mantenía inmóvil. Romeo fue contra el que hirió
al caballero que cayó delante de él y lo partió en dos. Otros hombres lagarto
se dirigieron contra Romeo quien los volvió a rebanar. ¡Era tan hábil con la
espada !
Kyo deseaba poder hacer algo...pero el dolor en su
pecho se intensificaba. Empezó a escupir más y más sangre...entonces, como pudo
caminó a ayudar a Romeo que se encontraba justo en medio del combate.
Romeo al ver a Kyo le gritó
—¡¡Kyo ! ! ¡Aléjate de aquí !
—¡No ! ¡Yo prometí ayudar a tu gente ! ¡No
puedo quedarme de brazos cruzados !...—dijo Kyo con los puños envueltos en
llamas y empezó a despacharse a varios enemigos. Uno de ellos lo tomó por la
espalda y le encajó una de sus garras en su estómago. Kyo lanzó un alarido de
dolor.
—¡¡Kyooooooooooo ! !...—gritó Romeo.
Kyo sintió que se desvanecía cuando el lagarto sacó la
garra.
—Esta vez no fallaré. El corazón es la meta...y la
piedra Atal también...
Todo pareció transcurrir en cámara lenta. El animal
empujó a Kyo al suelo y se lanzó contra él. Kyo no soportaba el dolor y
entonces vio como la bestia extendía sus garras. Cerró los ojos esperando el
final cuando escuchó un grito y mucha sangre manchaba su rostro y sus ropas.
Romeo cayó sobre él.
—¡¡Romeooo ! ! ¡¡NOOOOOO ! !...
Romeo escondió su rostro en el cuello de Kyo y le
susurró :
—Yo le prometí al Rey Dragón que te cuidaría...
y el príncipe se desvaneció. Kyo era presa de la
desesperación.
—¡¡Noooooooooo ! ! ! ! — - - -¡¡¡
No tú ! ! ! !....
El dolor del pecho de Kyo se volvió un calor
descomunal y una luz que inundó incluso el cuerpo malherido de Romeo. Todos los
que estaban allí miraban la escena sorprendidos. Kyo se levantó haciendo a un
lado a Romeo y se cubrió de aura escarlata. Su pecho brillaba. Todos los hombres
lagarto fueron tras ese brillo que necesitaba su amo...
Kyo lanzó un rugido y sus llamas escarlata se
volvieron púrpuras. Hubo una explosión y entonces todos los hombres y
caballeros de Romeo se cubrieron los ojos. Era un resplandor demasiado fuerte. Luego
varios gritos. Después silencio. Cuando todos volvieron el rostro para mirar a
Kyo estaba tirado sangrando mucho por la boca. Tirado al lado de Romeo,
cubriéndolo...protegiéndolo. había pedazos de hombres lagarto por todo el
lugar. Los dos primeros caballeros, aún heridos, caminaron hacia el príncipe y
el joven Kusanagi y los levantaron. Rufus quien estaba entre los combatientes,
miró la escena y de inmediato gritó.
—¡¡Este niño es especial ! ! ¡¡Ayudará a
nuestro mundo ! ! ¡¡Rápido, atiéndanlo y atiendan al
príncipe ! !
Y llevaron a los jóvenes dentro.
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