Sueños de un demonio - Capítulo II








Capítulo II

El tiempo de decidir

Al caer la mañana, Iori se dirigió a la ducha para prepararse para ir a la exhibición donde sería la estrella junto con Kusanagi. Pensaba para sí mismo si podría  aguantar un  poco más esos sueños. Cualquier otro año anterior, ese sueño le hubiera traído un placer inimaginable, porque su máxima era matar a Kyo. Sin embargo, de un tiempo hacia la fecha ese sentimiento había cambiado sin que él se diera cuenta y el hecho de imaginar a Kyo en una agonía semejante a la del sueño y repetir la escena del día anterior le daba pesar. ¿Realmente ya iba a terminar todo por lo que el había entrenado? ¿Realmente Iori Yagami quería terminar con la pelea de una vez por todas, sin que ninguno de los dos resultara afectado?...Sabía que su vida era corta por el pacto de Orochi, pero él no la quería terminar con la conciencia cargando una posible muerte a una persona que, en el fondo, no odiaba realmente.
No sabía si decírcelo o no a Kyo, porque después de todo Kyo no era una niñita indefensa. Cada vez que Iori lo afrentaba él se defendía, quizá ya más por costumbre que por otra cosa, pero nunca dejó de regresarle un golpe, Kyo nunca estuvo dispuesto a caer ante Iori. Sin embargo, en las últimas peleas ambos disfrutaban de la presencia uno del otro y era como si ambas partes necesitaran pelear para completar su día, aunque fuera verbalmente.
—Es raro...—musitó al abrir el grifo de la regadera—. A veces...siento que Kyo tampoco me odia...
Iori metió la cabeza al agua, que continuaba helada puesto que no la había templado.
—Ah, Iori, Iori...—se increpó—...Ya quítate a ese inútil de la cabeza, o por las buenas o las malas actitudes que tenga mientras ocupe tus pensamientos, nunca te dejará vivir...


Kyo se encontraba en la cama de su departamento. Shingo dormía en una silla a su lado. De pronto, Kusanagi despertó sobresaltado mirando todo el cuarto como si hubiera tenido una pesadilla. Vio a Shingo y le tocó el hombro. Éste inmediatamente se despertó y al ver a Kyo casi se cae de espaldas.
—¡¡K—Kusanagi—san!!...¡Ya despertaste!...
Kyo sonrió débilmente.
—¿Cómo se siente?—le preguntó Shingo.
—Como un trapo.
—¿¿Eso fue un bien??
—Me he sentido peor...
Shingo no pudo evitar ponerse serio.
—Ayer me asustó mucho, Kusanagi—san...
—¿Ayer?...
Kyo se tocó la cabeza, como recordando todo lo ocurrido...Él entrenaba a Shingo, enseñándole un Uppercut nuevo, cuando de pronto todo se nubló. Todo lo miró rojo, luego ese dolor tan insoportable...
—Cuando me entrenaba—interrumpió Yabuki—cayó de rodillas. Se miraba muy confundido, y de pronto empezó a escupir sangre... mucha sangre... luego... gemía... pero  sus gemidos eran espantosos...Yo pensé que se iba a morir...—Shingo tenía los ojos brillosos por las lágrimas. Realmente le afectó el ver a su querido maestro así.
Kyo le tomó de un hombro y le dirigió una nueva  sonrisa.
—Calma, Shingo...estoy bien...ya no te preocupes...
Pero...Yagami...Kyo estaba con Yagami, recordaba todo desde qué Iori gritó su nombre hasta que lo tenía a su lado.
La mirada de Kyo se perdió en los recuerdos. Shingo lo miró.
—Caray, Kusanagi—san...Qué pálido está...
Justo en ese momento, entraron Goro Daimon y Beni Nikaido, amigos de siempre de Kyo.
—¡¡Hooolaa!!!—llegó animoso como siempre Benimaru—¡Hasta que despertaste después de mucho rato! ...¿Cómo estás, Kyo?
—Bien, Benimaru.
Goro se acercó hacia él.
—Por todos los cielos, Kusanagi...—dijo con una seriedad que lo caracterizaba—pareces la hoja de un árbol en el otoño...¿Dónde quedó tu color de piel?...
—Pues...
—Eh, Yabuki—chan...—Interrumpió Nikaido—¿Qué te dijo el doctor ayer?...
—Kusanagi—san había perdido mucha sangre.
—¿Y eso?—preguntó Daimon.
—No lo sé—añadió Kyo—Solo empecé a escupir mucha sangre...me dolía el pecho...todo lo veía borroso...
—¿Borroso?—Benimaru se sentó a un lado de Kyo mirándolo fijamente.
—Sí. Después no supe que pasó...no sé exactamente que pasó cuando Shingo fue a buscar ayuda.
Pero sí sabía. Solo que se cargaba su orgullo como para decir que Iori había llegado y que emanaron llamas púrpura de su cuerpo. Y mucho menos les iba a decir que le pidió a Iori que se quedara a acompañarlo.
Shingo también lo sabía. Pero comprendió a Kyo. No iba a decirles nada tampoco...después de todo, él también tenía su orgullo, porque él suplicó al peor  enemigo de la persona que él más apreciaba en el mundo...
—Beni, Shingo, Goro...—habló muy serio Kyo—¿Recuerdan hace un tiempo en la pelear contra Orochi el Riot de la Sangre?...¿Recuerdan como gritaban desgarradoramente Iori y Leona al estar poseídos, cómo perdían sangre?...
Todos asintieron mirándole preocupados.
—Eso fue, casi lo aseguro, lo que me pasó.
Todos se miraron entre sí angustiados.
—¿¿¿LA ORGÍA DE SANGRE EN UN KUSANAGI???...


Iori se vistió lentamente. No sabía como reaccionar al ver a Kyo. Quizá ambos harían como que nada había pasado y pelearían más para darle gusto a la gente que ya por un pleito personal. Pero al recordar a Kyo, Iori no se sentía con ánimos de pelear.
—Ni hablar. Veremos como se dan las cosas...
Se puso la chaqueta con la luna creciente y se dispuso a salir.
En la calle, donde le esperaba un taxi,  había multitud de admiradores que habían ido a su casa haciendo barullo y desmanes. Todos gritaban aclamando al peleador pelirrojo que bajaba por la escalera de la entrada del impresionante edificio. Muchos guardias de seguridad separaban a los inquietos del taxi, al cual Iori subió con pesadez, ignorando a sus seguidores que no dejaban de gritar al verlo.
El taxi arrancó dejando atrás todo el tumulto. Pero Iori estaba consciente de que en el foro de exhibición la cosa estaría aún peor. El taxista miraba muy frecuentemente por el retrovisor al joven serio y extravagante que tenía por pasajero.
—Es usted muy serio, ¿verdad?...
—Eso no le interesa.
—Solamente intenté ser un poco amable. Supongo que tanta gente gritando como loca al verlo termina fastidiándole...
Iori le lanzó una mirada penetrante.
—Disculpe. Tiene razón.
—No hay cuidado. Creo que todos los jóvenes de su tipo son así. Un poco serios, muy metidos en sí mismos.
—...
Iori miró hacia afuera. La calle estaba muy sola, como gris, fría...como si estuviera lloviendo a cántaros pero, en realidad no llovía...¿Qué demonios..-
—Señor...—interrumpió de nuevo el chofer—¿Quiere un consejo? mi hijo es como usted. Siempre pensando en otras cosas. Aún no sabe lo que quiere...—el conductor atisbó una sonrisa—o quienes son importantes para él...eso es con tiempo. Cuando encuentre a la persona que comparta con usted penas y alegrías, o que le  brinde su amistad incondicional, deje a un lado su orgullo...Porque creo que tanto usted como mi hijo se sienten solos.
"Se sienten solos". Sí. Se sentía solo. Pero ...¿amistad por parte de Kyo ?...¿Podía realmente esperar eso ?...¡Caray! su cabeza era un mar de confusión.
De pronto Iori miró hacia el frente. La calle continuaba como en neblina...
—Qué clima tan loco...—fueron las palabras del chofer.
Iori sintió una energía extraña, una energía fuerte, una energía...como la de su sueño...
Al mirar hacia lo más lejano del horizonte, se dio cuenta de que no había carros, y todo adelante era oscuridad.
—Dios santo...¿ve eso? mucho humo...y denso...quizá hubo un accidente.
Iori miró alarmado al conductor...¿Estaba viendo eso?...
Otra vez la mirada al frente, de pronto una silueta que Iori reconoció a la perfección...
—Es...es la pesadilla...
Aquella imponente figura bestial pasó frente al carro.
—¡Pero que demonios!...
El chofer giró el volante y maniobró como pudo el auto para evitar impetrase contra esa mole que a él le pareció un camión imprudente.
Iori estaba sin aliento.
El carro dio una media vuelta rechinando las llantas y se detuvo. Al momento la visión  desapareció.
—Ese maldito sueño...¿fue real?

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