Comencé esta historia alrededor del 2001-2002. En aquellos ayeres era muy fan del videojuego de arcade The King Of Fighters y mi favorito era Iori Yagami. Mi peleadora predilecta era King y pues, antes de que las 'guerras sobre parejas' surgieran (como pasó cuando todos ya podían publicar en internet), decidí juntarlos en una historia en donde pudieran tener una relación romántica en donde además incluiría a algunos personajes de una de mis historias (tengo un cómic por editar próximamente), haría que Kyo sufriera de una transformación como la que Iori experimentaba cuando Orochi lo poseía y ¡bam! también le daría fin a la eterna batalla entre los clanes.
Sí, tenía 19 años.
Así que perdonarán el formato y las fallas de redacción y sintaxis que tenía en aquel entonces. No era mi primer fanfic ni la primera historia que escribía, pero sí era el primero que publicaba en internet y que fue popularcillo en su época, cuando la subí primerarmente a un extinto sitio en Geocities bajo el seudónimo de Zeira Ra / Pesadilla.
Sin más que agregar, les dejo los capítulos publicados hasta el momento, de uno por uno, y...sí, si se lo preguntaban, lo continuaré hasta el final. Solo sigan el blog y las redes sociales donde anunciaré la subida de cada capítulo.
CAPÍTULO I
El sueño
Iori contemplaba el cielo a través de su ventana.
Acababa de ir a un ensayo con su banda y se sentía cansado. sin embargo, al día
siguiente tendría un match de exhibición contra Kyo Kusanagi en la inauguración
del último torneo del milenio. Esa idea no dejaba de revolotear por su mente:
Él. Solo. Contra Kyo. Ya hacía un tiempo que ninguno de los dos tenía equipo, y
ya se había enfrentado a Kyo solo, pero siempre se preguntaba por qué tenía tal
compasión al pelear contra Kyo, se preguntaba el porque siempre lo dejaba
vivir...
—Maldita sea...—habló muy bajo para sí—Además, tiene
esa ridícula ropa...—Por un momento, no dudó en seguir con sus pensamientos en
voz baja, pues estaba solo...¿Quién podría escucharlo?—Mh...me acostumbré mucho
al otro traje...
De pronto, esbozó una sonrisilla y cerró los
ojos. —Pero qué pendejadas estoy
diciendo...¿Cómo es posible que él ocupe de esta manera tan recurrente mis
pensamientos?...
Como estaba acostado en su cama y tenía los
cigarrillos en el buró solo tuvo que estirarse un poco para tomarlos. Con su
llama encendió uno y comenzó a fumar.
—Kyo...—dijo al escupir el humo—Cada vez que tengo la oportunidad de
matarte, algo me lo impide...¿Por qué ?....
Era verdad. Iori no entendía porque, pero a la vez
sí...¿Matar a Kyo? eso implicaba darle gusto a su padre. No a sí mismo. El ya
había olvidado hasta el por qué de la venganza entre familias, y entre más
hurgaba en ello más se daba cuenta que él no tenía ya nada que ver con eso.
Sentía que odiaba a Kyo porque por su causa fue tan severamente
entrenado...pero al mismo tiempo dentro de sí tenía la certeza de que Kyo
pasaba por el mismo trance... ¿Por qué
tenían que seguir con una tradición que a ellos ya no les correspondía?...
Iori se imaginaba su vida sin Kyo. Quizá sería feliz,
pero él, ¿Cuándo había conocido la felicidad?...Nunca. Al menos no lo
recordaba. Su vida sin Kyo ya no tendría un sentido, y eso le dio miedo.... Él
mismo se extrañó.
—¿Por qué?...—prosiguió—¿Por qué tengo miedo de que te
pase algo malo, Kyo?...
Iori frunció el entrecejo. ¡¿Qué demonios estaba
diciendo?!...Eso no formaba parte de su forma de ser, de como había sido
entrenado...¿Kyo pensaría como él?...Por su mente pasaron de súbito imágenes
constantes de Kyo, pero era un Kyo diferente al de sus pensamientos de siempre,
éste tenía su cara resplandeciente, su sonrisa blanca y deslumbrante, su
actitud siempre benevolente sin la intención de perjudicar a nadie...
Era como si de repente él lo apreciara. Como si
quisiera llevársela con Kyo de otro modo...Quizá...¿Ser su amigo ?...al
fin y al cabo, ellos eran víctimas de una tradición de sus clanes, ¿no?...pero,
si él decidía matarlo para terminar con todo, sería su oportunidad en aquella
exhibición...
De pronto,
recordó lo que sucedió en la mañana...
Shingo corría
presurosamente por la calle, cuando sin querer topó con Yagami.
—¡Ahhh...lo
siento!...
Yabuki se quedó
perplejo al darse cuenta de la persona con la que había chocado.
—Pero si es el
perro faldero de Kusanagi...—dijo Iori mientras lo miraba fríamente—. Fíjate
por donde caminas, Idiota...
Shingo le tomó
por el cuello de la camisa. Cualquiera en la calle hubiera jurado que iba a
arremeter contra Iori, pero sin embargo le lanzó una mirada suplicante.
—P—por
favor...Yagami—san...ayúdame...—dijo seriamente perturbado.
—¿Qué
dices?... —Necesito a un
doctor...Kyo...Kusanagi—san...
Iori casi lo abofetea para que se calme.
—¡¿Dónde está
ese idiota?!—le preguntó alarmado.
Yabuki le indicó a Yagami y este lo soltó,
pues también lo había tomado de las ropas. Iori corrió mientras le gritaba:
—¡Iré con él, tú
busca al médico Shashida, está al final de esta calle!...¡Dile que vas de mi
parte!...
Shingo casi toca
con la mandíbula el suelo de la pura impresión, pero no duro mucho tiempo pues
de inmediato corrió a buscar al médico. Algo serio le había pasado a Kyo.
Iori no comprendía ese sentimiento de
angustia, ¿Por qué corría la adrenalina de ese modo por todo su cuerpo?...
—¡KYO!...
En el parque
cercano a la escuela de Kyo y de Shingo (donde solía entrenar el primero al
segundo) se encontraba Kyo tirado en el suelo boca abajo.
Iori se acercó
hacia él pero a punto de llegar paró en seco. ¿Por qué habría de ayudarlo?...
De pronto vio a
Kyo incorporarse un poco y dolorosamente, de modo que quedó hincado, pero se
tocaba el pecho y la garganta. Iori pudo contemplar el rostro de Kyo, pálido,
hermoso...pero con un hilo de sangre que corría por sus labios. Kyo lanzó un
alarido y escupió una buena cantidad de sangre mientras se quejaba
desgarradoramente y con ambas manos, apretando los puños arrancaba el césped de
la desesperación, como si quisiera aferrarse a la tierra...
Iori se sintió
verdaderamente impotente. ¿Por qué sentía tal opresión en su pecho al ver a Kyo
tirado, sufriendo?...Al intentar acercarse a él, había otra clase de fuerza que
le impedía hacerlo. No era de él, era como si Kyo estuviera cubierto por un
campo de fuerza invisible.
Kyo levantó el
rostro y le miró con una mirada muy extraña.
—Yagami...Y—Yagami...vete...no
te me acerques...
—Kusanagi...
—¡Vete!...¡No
quiero hacerte daño!....
Iori, al
recordar esto último sintió un escalofrío que recorrió toda su espalda. ¿Kyo le
había dicho que NO QUERÍA DAÑARLO?....
—P—pero...yo...
Iori ya no pudo
hacer nada más, porque Kyo lanzó un nuevo alarido y su cuerpo se cubrió con una
explosión de llamaradas púrpuras. Ese alarido era parecido al de un animal, no
al de un hombre.
—No puede
ser...—pensó Iori muy alterado—¿¿EL RIOT DE OROCHI???..———¡¡¿LLAMAS
PÚRPURAS?!!!....
Después, Kyo
quedó inconsciente. Iori se acercó y lo tomó suavemente. Lo miró como nunca
antes. Indefenso. Bien podía haberlo matado allí, pero...
—Kyo...—Iori se cambió su posición mientras continuaba
recordando—Esas llamas eran llamas mortales...Esa explosión pudo haberme matado
si yo me acercaba...¿Por qué?....Tú me salvaste...
—¿Estás bien,
Yagami?...—preguntó Kyo con voz ahogada.
—Cállate,
Kusanagi. Tienes qué explicarme muchas cosas...
—Quisiera
saberlo también...—La cara de Kyo estaba pálida—duele mucho, ¿verdad?...¿Así te
duele a ti?...
Iori no sabía
que contestar.
—Pues...sí.
Kyo cerró los
ojos.
—No me dejes
solo...no te vayas... siento que me desvanezco.
Iori se
extrañaba con cada expresión de Kyo, pero no ignoró su petición. Lo sostuvo
inconsciente hasta que Shingo llegó. Al
revisar a Kyo el doctor, Iori emprendió retirada.
Yagami prefirió no seguir pensando más. Mañana, ese
match...¿Kyo estaría bien para entonces?...Cerró poco a poco los ojos y se fue
quedando profundamente dormido.
En su sueño no había nada. No era raro, él casi nunca
soñaba, pero este era diferente a sus sueños de siempre. De pronto, un
bosque...espeso. Oscuro. Demasiado oscuro. Iori volteaba hacia todos lados
buscando algo o alguien...de pronto vio una bestia enorme...era solo la
silueta, pero era del tamaño de un camión. Sus fauces babeaban y sus ojos
fulguraban.
—¡¡IORI ! !...¡¡AYÚDAME ! !
Iori escuchó la voz de Kyo llamándolo. De nuevo estaba
sufriendo, y él sentía el sufrimiento de Kyo. Guiado por la voz, encontró un
claro iluminado tenuemente por una fogata. Kyo estaba vestido con una ropa
extraña...como de pueblerino de tiempos de caballerías...Estaba tirado, muy
herido, sangrando. Le miraba suplicante.
—Iori...ayúdame...ayúdame...
Nada. De nuevo el vacío. Esa escena de Kyo herido era
indescriptible, en sus ojos se veía la muerte cercana...Iori se levantó
abruptamente.
—Kusanagi...
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