Capítulo XIII
La promesa de Romeo
Kyo abrió lentamente los ojos sintiendo un terrible
malestar. A su alrededor había un montón de criados de Romeo que lo miraban.
Las miradas de unos eran de curiosidad y las de otros de asombro.
Kusanagi Kyo se sintió inmovilizado y levantó un poco
la cabeza. Tenía las manos y los pies atados.
Volteó un poco la cabeza. No estaban en ningún cuarto
del castillo, más bien parecía que estaban en una especie de enfermería. Vio a
Romeo recostado en una cama contigua. Su rostro era sumamente pálido. Más que
pálido era blanco. No se movía y parecía estar sin sentido. Kyo quiso
levantarse, verlo bien, darle las gracias...
Rufus estaba a un lado del joven monarca, tomando su
mano. De pronto, Kyo pareció verlo llorar. El cuerpo de Romeo se encontraba de
lado e inmóvil mientras era atendido por un "médico" de la herida que
tenía en la espalda y que Kyo no podía ver.
Trató de hacer fuerza para romper las ataduras cuando
el consejero se percató de ello y volteó, mientras que Kyo miraba a los
sirvientes hacerse para atrás.
—¡¿Por qué estoy atado ? !...—Preguntó Kyo
presa de un pequeño ataque de nervios.
Rufus, muy a su pesar, soltó la mano de Romeo y se
acercó a él para tranquilizarlo.
—Por favor, señor Kusanagi, cálmese...Está poniendo
nerviosos a los sirvientes...
El hombre que atendía a Romeo paró su trabajo al ver
la turbación de la escena y miró con silenciosa atención. Después, sintió que
el muchacho se movió un poco y siguió con la terrible labor de coser las carnes
de su espalda antes de que despertase.
—Lo lamento mucho, Sir Kusanagi...Lamento todo lo que
sucedió.
—Creo que nadie podría ser el responsable por lo que
pasó. Aunque aún no me explicas por qué estoy atado.
Rufus miró a Kyo sorprendido.
—¿Qué ?...¿Acaso no recuerda nada ?...
—Lo que yo recuerdo...—Dijo Kyo a la vez adolorido y a
la vez confundido y molesto por no poderse mover—Es que llegaron esas bestias.
Luego atacaron a los caballeros e iban contra mí. Romeo se unió a la lucha...Y
luego...Lo hirieron...Después...Después...—Kyo cerró los ojos—Nada. No recuerdo
nada. Sólo acabo de despertar.
—Entonces yo se lo aclararé—Dijo Rufus sentándose a un
lado suyo—. Su persona cambió de manera abrupta. Sus ojos brillaron como si
estuviesen encendidos. Su respirar se tornó ronco y su voz se transformó en un
terrible rugido. Su piel cambió de color. De su boca emanaba espuma, como si
estuviera envenenado.
—Envenenado...—Murmuró Kyo.
—Su velocidad y sus reflejos no eran normales, sino
más bien impresionantes, porque después de la primera luz deslumbrante, haciendo
a un lado al príncipe herido, destrozó a dos bestias con sus manos. Sus
movimientos eran tan rápidos...que casi nadie se percató de lo que hizo, todo
ocurrió en instantes...Luego tuvo un gran estremecimiento, fue hacia con Romeo
y lo protegió de los que iban contra él, y luego...otra vez la luz...Cuando
todo terminó usted cubría al príncipe y sangraba copiosamente por la boca.
—Señor Rufus...—Interrumpió Kusanagi—¿Recuerda el
fuego que le mostré en la ceremonia y que salía de mi dedo ?...
—Sí. Perfectamente. El fuego escarlata.
—Exacto. ¿Cómo era el fuego que salía de mi cuerpo
cuando aparecieron las bestias ?...
—Usted parecía un endemoniado. Yo me moría de miedo.
Pero...las llamas tomaron un color diferente. Se hicieron...Púrpuras.
Kyo dejó caer su cabeza en la almohada sumamente
decepcionado y desesperanzado.
—Ciertamente estoy maldito—Dijo entre dientes
Kyo—...Pero no hay razón por la que puedan temerme.
—Fue precisamente por eso que lo atamos. Temimos que
se transformara nuevamente y que atacara a nuestra gente cuando recuperara el
sentido.
—Eso nunca jamás podría ser. Yo no traicionaría a
todas estas buenas personas que me ha acogido tan bien. De haber sido así, no
hubiera hecho nada por Romeo.
—Supongo que tiene razón, Sir Kusanagi—Dijo Rufus sonriendo
mientras desataba las extremidades de Kyo que estaban sujetas a la cama—Pero
las precauciones nunca sobran.
El médico que atendía a Romeo se levantó de la silla y
se secó el sudor del rostro, que escurría hasta por su extraño bigote.
—Ya está—dijo—. La herida ya está cerrada y mi Lord ha
dejado de sangrar. ¡Esas bestias son terribles !...
—¿Qué fue lo que le pasó a Romeo ?—Pregunto Kyo
sentándose en la cama con la ayuda del Rufus.
—Bueno...yo vi todo de lejos. El hombre lagarto quería
el arrancarle el corazón a usted al parecer, pero mi Lord saltó justo en el
momento, pero lo hizo de lado. La poderosa garra del monstruo casi atraviesa al
Rey, pero aunque la profundidad fue considerable sólo alcanzó a desgarrar
músculos de la espalda y por poco llega al pulmón. Usted viró demasiado rápido
a Romeo y alejo a la bestia antes de que incrustara más la garra en su cuerpo.
—Usted le salvó la vida al señor Romeo, que es tan
bueno...Todos le debemos mucho...—añadió Rufus.
Kyo se sonrojó un poco y se tomó la cabeza.
—Paren, que me apeno...No sé como hice las cosas que
hice, en realidad. Lo que sí sé es que me comporto así cuando esas bestias
están cerca.
—Con eso matamos dos pájaros de un tiro...—Dijo Rufus
con una sonrisa triste—Le ruego que cuando vuelva a sentir eso nos avise, para
ocultarnos y defendernos. Contra esas bestias nada podemos hacer, y además nos
resguardaremos con la seguridad de que usted nos protege y...evitaremos que se
pierdan vidas.
—¡¿Qué dices ? !—Preguntó Kyo
exaltado—¿Vidas ? ¿Alguien murió a manos de esas bestias ?...
—Cinco hombres del pueblo y dos de los caballeros que
le juraron lealtad.
Kyo se llevó las manos al rostro. ¡No puede ser
posible ! Pensó. ¡Ninguna persona inocente había muerto en todo el tiempo
en que él llevaba peleando ! ¡Y ahora no pudo hacer nada por
evitarlo !...
Un muy grande sentimiento de tristeza se apoderó de
él. Rufus comprendió y se retiró de allí con el médico. Los sirvientes hicieron
lo propio.
Kyo se acercó a donde Romeo se encontraba.
—¿Romeo?—Murmuró estando cerca de él. Poco a poco se
acercó dando pasos lentos, y comenzó a acercar su rostro al de su nuevo amigo.
—¿Romeo, me escuchas?-. Kusanagi no recibió respuesta alguna de su
interlocutor. En esos momentos, se sintió tan triste como nunca llegó a imaginar
que podría experimentar la tristeza. Romeo estaba allí, en la cama, frente a
él, pálido como si no tuviera sangre en todo el cuerpo, como si estuviera...Se
acercó tanto a él que casi podía tocar su rostro con el propio. Romeo, Romeo,
murmuraba. Pero no recibía respuesta. Kyo pasó su diestra por el pelo de él, y
su expresión llegó al máximo punto de la tristeza. Luego, tomó un poco de aire
como si se estuviera asfixiando.
—Creo que no puedes escucharme, justo en el momento en
que más triste y solo me encuentro...Tanto como nunca...
Kyo estaba acuclillado a un lado de la cama,
hablándole a Romeo como si éste lo pudiera escuchar.
—Estoy lleno de miedo...Por favor...dime que vas a
estar bien...dímelo o no sabré que hacer...
Kyo cerró los ojos y tomó la mano de Romeo que colgaba
fuera de la cama, y se recargó en ella. Sintió la respiración del príncipe
calmada y queda, como un suspiro, tan pausada que le estremeció profundamente.
En esos momentos, Kusanagi sintió unas inmensas ganas de llorar, como nunca las
había experimentado antes.
—¿Sabes ?—Continuó hablando—Nunca nadie en el
mundo me había salvado la vida. muchas veces me habían salvado de otras
cosas...en todos los sentidos...Pero nunca antes nadie se había sacrificado por
mí, y mucho menos había puesto en riesgo a otras personas por mi causa—Kyo ya
no pudo contener las lágrimas que ya corrían por su rostro—Lo siento mucho...te
lo juro...yo no soy tan débil...ni lloro ni temo por cualquier cosa...pero
ahora estoy lejos de todo lo que conozco...Perdóname...—Kyo apretaba
fuertemente la mano de Romeo llorando copiosamente—Yo no quería...No lo sé...No
sé quien soy y lo que represento en este lugar...Solo sé que tengo mucho
miedo...Y que te agradezco todo...Me siento tan culpable...nunca antes nadie se
había puesto en tanto peligro por mi causa...ni nadie había muerto por
mí...—Kyo recargó su frente sobre la del pálido príncipe—Pero...por favor...No
me dejes...eres la única persona que conozco y que tengo en estos momentos...
Kyo sintió que le presionaban la mano con fuerza.
Buscó con ansia los ojos del joven de pelo negro y los encontró entreabiertos.
—¡Romeo !—Kyo se enjugó los ojos y luego sonrió.
—Sir Kusanagi...
Kyo no contuvo su emoción y abrazó a Romeo quién se
quejó secamente.
—Oh...te lastimé la espalda...
—Solo ten un poco de cuidado—dijo Romeo con voz muy
queda—Kyo...
—Temía que no despertaras pronto.
—El hijo de Gilberto de Omega no se rinde
nunca...—dijo Romeo con una pequeña sonrisa. Luego cerró los ojos nuevamente,
extenuado—Sir Kusanagi...no tengas miedo...no te sientas mal...cada quien
construye su futuro...mi gente ha decidido cuidarte, así como yo he decidido
protegerte también...—Romeo abrió los ojos y miró a Kyo con una débil y cálida
sonrisa—incluso con mi vida. Eres importante para mi gente y para mí.
—Tú eres más importante para ellos que yo...—Dijo Kyo
dentro de los ojos del príncipe. Era tan extraño...en muchas ocasiones había
experimentado la amistad con personas de todo tipo, tenía muy buenos amigos,
Shingo, Benimaru, Goro, Athena...pero ver la manera en que ahora él
representaba algo para alguien, además de ser una idea que lo aterraba al
pensar en su gran responsabilidad sobre lo ocurrido, nunca había conocido a
alguien que fuera capaz de sacrificar su propia integridad física a cambio de
su bienestar...nadie, aunque...
—Tienes una promesa, Sir. Kusanagi, tienes la lealtad
de mi gente, y te prometo que no estarás solo...Nunca mientras yo viva. No sé
que es lo que nos depara más adelante la vida, pero sé que nunca he conocido a
nadie como tú, y que ahora que te encuentro no puedo irme de este mundo así por
así sin haber significado algo para ti o haber dejado una huella en tu
vida...eso me haría una mala persona.
Kyo pasó suavemente su mano a través de la espalda
herida de Romeo, deseando poder curarlo y terminar con su doloroso sufrimiento.
—Yo te prometo que nunca más te pasará nada...Ya no
quiero que vuelvas a sufrir de esta manera.
—Sir Kusanagi...
—¿Qué ?
—Yo...Lamento hacerte sentir mal. Nunca he tenido
amigos leales...nunca nadie excepto Rufus ha estado a mi lado cuando estoy solo
o enfermo y ha llorado por mí...Si algún día te llegas a ir, me harás mucha
falta...Nunca te olvidaré...
Kyo movió un poco del cabello que le caía por la
frente a Romeo.
—No te despidas antes de tiempo...Y...yo tampoco te
olvidaré...
—Kyo...
—¿Sí ?...
—Te prometo que encontraremos a tu amigo y que
volverás a encontrarte con tu Yuki. Yo sé lo que es perder a alguien que amas
con intensidad...y también lo que es perder una amistad que ni siquiera tuviste
la oportunidad de disfrutar.
Kyo no dijo nada. Mi Yuki...Se sentía tan solo,
deseaba verla, admirar su luminosa sonrisa y el revolotear de sus cabellos al
andar y cómo éstos brillaban con el sol cuando él le miraba con ojos
enamorados. Y a todos sus amigos...¡qué penas estarían sufriendo !...
—Quisiera conocerlos pronto...conocer a esas personas
tan especiales que tienen la gracia de estar en tus pensamientos.
—Ahora tú estás en mis pensamientos—agregó Kyo.
Romeo volvió a sonreír. Acto seguido, cerró los ojos.
—¿Puedes quedarte tan solo un momento más
conmigo ?...
—Sí.
Una vez que Romeo se quedó bien dormido, Kyo no quería
separarse de él. Sentía como una responsabilidad sagrada, él le había salvado y
ahora él le correspondería a costa de su vida. No conocía el pasado del
príncipe-rey, pero tenía la certeza de que eso no era importante, tenía que
vivir el presente y cuidar a quienes serían su nueva compañía. Miró a Kyo y se
acomodó a un lado, observándolo, mientras seguía pensando.
—Iori...como me gustaría hablar contigo, saber cómo
estás, conocer qué piensas. Vivir una vida nueva, ahora que he aprendido a
apreciarla como nunca antes...
Volteó a ver a Romeo.
—Descansa, que aquí estoy.
Y entonces, le tomó de la frente y le acarició la
cabeza con suma simpatía, sonriendo. Se acomodó a un lado para no molestarlo y
se durmió con él, listo para cualquier cosa que sucediera en aquel momento.
Pero simplemente durmieron en paz.
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