Sueños de un demonio - Capítulo VIII





Capítulo VII

Un extraño mundo


Al fin el espeso bosque llegó a un final. El viento soplaba frío y los árboles se movían como si bailaran al compás de los movimientos de aquella brisa helada...
El caballero llevaba a su nuevo protegido rumbo al pueblo que se divisaba en frente, cuyas luces empezaban a contrastar con lo oscuro de la noche y lo verde del follaje.
—Ah, ya llegamos, Pesadilla...el pueblo de Zot.
El animal no pudo evitar dar muestras de alegría, pues al fin tomaban un descanso.
—Aquí podremos comer una deliciosa carne de Muaréh , ya estoy harto de cazar ciervos y liebres...
Pesadilla movió la cola impaciente y lamió sus fauces.
—Sí, sí...tú también comerás Muaré...
Sigma volvió a contemplar a Iori quien esta vez no despertó para nada.
—Peleó...pero ¿Cómo ? ¿Con quién ?...
El dragón se mostró algo inquieto.
—¿Tú sabes algo ?...
Pesadilla negó con la cabeza, pero la verdad que él se guardaba era otra.
—Bueno...vamos a la primer posada.
Cuando el animal se metió en el pueblo todos los moradores se quedaron perplejos al mirarlo entrar a él y al caballero dragón, puesto que un caballero dragón no era visto muy a menudo por su escasez y un Pesadilla era prácticamente imposible de mirar.
Pararon junto a un gran edificio y sigma se bajó de su animal, y sosteniendo a Iori en brazos se metió dentro.
—Pero si es un caballero dragón...—dijo el rechoncho dueño—¿En qué puedo servirle ?...
Sigma para esos momentos se encontraba cubierto del rostro por su yelmo. Con gruesa voz distorsionada por el eco del yelmo, ordenó :
—Quiero a las dos mejores mucamas que tenga, y la mejor habitación—al momento de decirlo arrojó una bolsa llena de monedas de oro a la mesa donde se apoyaba el posadero—...también una cena completa y que sea pronto. Mi acompañante necesita descansar y yo tengo mucha hambre. Si me hace el favor.
—Como usted guste, señor...un banquete y nuestro mejor cuarto.
El hombre dio dos palmaditas y dos lindas jóvenes salieron de inmediato.
—Prepárenle la mejor habitación a este joven de cabello de fuego.


El extraño caballo de Romeo se paró delante de un extenso foso. Después relinchó de una manera muy extraña y varios guardias se asomaron a ver quien era.
—Abran las puertas. Traigo un huésped.
Los soldados obedecieron de inmediato.
—¡El príncipe ha llegado ! ¡Abran las compuertas !...
El puente bajó pesadamente y pronto el joven Rey fue recibido con gran algarabía.
—Su majestad—Un hombre ya viejo pero elegantemente vestido se acercó al caballo que ya se encontraba dentro de la fortaleza—, al fin vuelve...¿Qué nuevas trae del reino de Alfa ?....
—Bastantes, y muy interesantes. Pero de ello te hablaré más tarde, Rufus—dijo Romeo descendiendo del caballo—. El hombre se acercó a él y miró a Kyo dormido plácidamente.
—¿Y quién es el joven que lo acompaña ?...
—Ah...eso también es un poco largo de contar...ya te hablaré también de esto. Por favor, ayúdame a llevarlo dentro.
El joven cargó a Kyo y Rufus ordenó de inmediato que se le preparara una habitación. Todos los sirvientes se aprestaron dispuestos a complacer al amable hombre y al príncipe.
Pronto una habitación estuvo dispuesta para el joven Kusanagi. Romeo lo depositó suavemente en la cama y lo miró largo rato. El señor Rufus se encontraba a su lado.
—¿Qué es lo que le llama tanto la atención, joven príncipe ?—se dirigió a él.
—¿Ya viste sus ropajes ?...
La mirada del viejo recorrieron a Kyo lentamente. Su pelo estaba alborotado, su rostro pálido pero muy bello. Su camisa blanca con una especie de cruz en el centro, con bolsas, aunque rota, se podía apreciar bien. Luego, sus zapatos y sus pantalones de mezclilla que estaban rotos...
—Nunca había visto a alguien como él—murmuró Romeo.
Rufus lo miró esperando que le respondiera más extensamente. Sin embargo Romeo no dijo nada más.
—¿Dónde lo encontraste ?...¿Cómo lo encontraste ?...
—Lo encontré en el camino del reino de Alfa...es parte de lo que te quiero contar.



—¡¡¡Aaaaaahhhh ! ! !—Sigma dejó con un poco de brusquedad un tarro que antes estaba lleno de espumosa  cerveza en la mesa—. ¡Deliciosa !. Este pueblo tiene la mejor cerveza que he probado...
Toda la gente lo miraba sorprendida : ¿Un caballero dragón bebiendo ?...
Sigma pasó su guante derecho por sus labios, limpiando un poco de cerveza. Los platos que se encontraban delante de él ya estaban totalmente vacíos, de lo que había comido quedaba sólo como recuerdo los huesos. De pronto, volteó hacia afuera, donde una jovencita pegó un grito despavorido.  El causante de semejante alboroto era ni más ni menos que Pesadilla, quien había asomado su enorme cabeza y cuello dentro de la posada.  La bestia miró a su amo y movió de un lado a otro la cola tan violentamente que afuera había un viento muy fuerte.
—¿Mm ?...Ya me había olvidado de ti...—Sigma se dio un golpecillo en la cabeza, regañándose—. Ooohhh. Perdona. ¡Señor !...
El rechoncho dueño se acercó al muchacho dando de brincos como si fuera un pajarillo dirigiéndose a las migajas de pan.
—Sí, dígame señor—dijo en un tono musical.
—¿Ya le llevaron de comer al joven de pelo rojo ?...
—Sí. Una de las mucamas que pidió acaba de llevárselo. Aún no baja...—dijo el señor guiñando un ojo.
Sigma retomó un aire medio serio.
—Ah.
—Tenemos servicios especiales.
—Entiendo. Aunque no me refería a eso desde un principio—dijo mirándolo con sus ojos, esos ojos que asustaban a cualquiera si miraban tan fijamente—. Si él quiere, ni hablar. Pero qué mal concepto tiene de un caballero dragón.
El hombre se puso rojo, verde y hasta pálido..."Trágame tierra" pensó.
—Discúlpeme.
—Ya, ya—El caballero sacó otra bolsa de oro de entre su cinto—. Mire. Mi pequeño amigo está hambriento, y si no quiere que le siga espantando a la gente, será mejor que le dé de comer.
La cara del regordete se hizo un signo de interrogación completo.
—Un muaréh completo. Con todo y cabeza—Sigma se dirigió a Pesadilla, quien se miraba entusiasmado a sobremanera—¿Qué te parece ?....
El animal hizo un ruidito gutural y Sigma soltó una risotada. Volteando su rostro, miró al señor.
—Cocido, por favor...
Pesadilla volvió a hacer un ademán y otro ruidito. Sigma rompió en carcajada batiente.
—¡Ja, ja, ja, ja, ja ! ¡No manches tu alma ^^ !...
Ahora todo el cuerpo del posadero era un signo de interrogación.
—Y un par de baldes grandes de Cerveza.
Todos los presentes se fueron de lado, haciendo los dedos en posición de "cuernitos" tipo Ranma ½.
En la habitación más alta de la posada, Iori se levantó un poco y se vio acostado en la suave cama. Nunca había dormido en una cama tan suavecita...cuando la imagen se aclaró un poco más  vio una mesita delante de él y una charola repleta de comida. No le era familiar ningún platillo, pero se miraban igualmente deliciosos, particularmente esos filetes rojos y jugosos...
—Al fin despierta, señor...
El chico volteó repentinamente. Una de las preciosas mucamas se encontraba ante él, con las manos entrelazadas delante de sí. Se parecía mucho a King.
—¿Y quién eres tú ?...—dijo Iori sorprendido.
—Me ordenaron traerle la comida y ver que estuviera bien, señor—dijo ella haciendo una pequeña reverencia—. Quise esperar a que despertara para ver si no se le ofrecía nada más...
La chica era realmente hermosa, pero a diferencia de King tenía el pelo azul, con un broche brillante de lado. Se sonrojó ante la casi palpable mirada de Yagami.
—Uhm. Se supone que debo decir "Gracias".
La chica agachó la mirada aún más. Le había gustado mucho el joven.
—D-de...de nada...
—No te apenes. Puedes retirarte, no se me ofrece nada.
—Bien—dijo con voz inaudible. Se dirigió a la puerta. Al girar el cerrojo, sintió un brazo recorriéndole la cintura. Sentía desmayar.
—Espera...—La voz de Iori se escuchó sumamente suave. Acercó su rostro a la nuca de la muchacha y la rozó con sus labios—. ¿Cómo te llamas ?...
La chica no pudo articular palabra. Tragó saliva y sintió su rostro muy caliente.
—A-ari...señor.
—Ari...
Iori le susurró al oído.
—Eres hermosa, Ari...te pareces a alguien que me gusta mucho...y hueles a fresas...
Ella se mantenía inmóvil. Las grandes manos de Iori estrechaban su  cintura. El la volteó muy despacio y tomándola de la barbilla la obligó a mirarlo a la cara. Ella lo hizo de una forma muy tierna.
—Te llamé la atención, ¿eh ?...
—Mucho, señor...—Balbuceó ella.
Iori sonrió, como en un acto triunfal de conquista. La chica era realmente atractiva...
—¿Te pagaron por esto ?...
—No...mi jefe ha pretendido que sea así, pero realmente jamás me he puesto en este plan. No pretendo ofenderlo, señor. Permítame retirarme...
Iori la rodeó con los brazos.
—No. No te vas.
La chica lanzó un suspiro y Iori acercó su rostro a ella.
—¿Entonces eres...
La joven asintió.
Iori se acercó a un oído suyo besándolo. ¡A veces se sentía como un verdadero golfo !...
—¿Crees en el amor a primera vista ?...
Ari lo miró con ojos serios y profundos. Por primera vez desde su llegada, Yagami pudo darse cuenta de que el mirar de los habitantes de ese lugar era diferente al de la tierra, los ojos eran más profundos y raros, y no reflejaban las imágenes  que miraban...
—Todos en Ysatna creemos en este tipo de amor...
Iori no la dejó terminar, pues repentinamente y con brusquedad se separó de ella. ¡Si realmente le importaba King, debía de dejar de hacer esa putada !...
—Usted no me ama. Ama a otra persona....déjeme en paz, por favor...—dijo ella, con los ojos brillosos por las lágrimas.
Iori estaba realmente pasmado : ¿Realmente en ese lugar se podía vivir el amor tan intensamente desde la primera mirada ?...
—Es lo malo...este amor solo trae desesperanzas a un corazón mío que conoció a un forastero como usted...
La chica abrió la puerta y descendió las escaleras corriendo.
Iori se quedó como piedra. "Eres un estúpido" se dijo. "Eres un completo idiota". Se odió por jugar así con los sentimientos de la chica.
—Maldición...soy un verdadero cabrón...—Dijo apoyando su frente en el umbral de la puerta, apretando los dientes y cerrando los puños con mucha fuerza.


Romeo entró a una gran habitación donde se encontraban en hilera una serie de armaduras, todas muy elegantes y diferentes, cada una de ellas con el símbolo de Omega rodeaban el cuarto con su imponente presencia fría. En el centro, había un enorme comedor, en el que Romeo se sentó. Rufus iba tras él. Los pasos hacían eco, hasta que ambos hombres se sentaron. Estaban completamente solos. Al parecer, Rufus era su consejero, o tutor, pues Romeo no tenía padres.
—Siempre ha sido muy serio, señor—al fin habló Rufus—...pero hoy viene más que de costumbre. ¿Qué pasó ?....
—Primero quiero que me respondas una cosa, Rufus...¿Por qué fui a ese reino ?...
—Fueron órdenes de su padre.
—Mi padre está muerto. Desde hace cinco años.
—Pero esa fue su última voluntad—Rufus se levantó de la enorme silla donde se encontraba sentado para dirigirse a una imponente ventana—. No me pregunte más, se lo ruego, príncipe. No sé nada. Solo me hizo prometerle que iría. Pero no sé para qué...¿Qué pasó allá ?...
Romeo lo miró convencido de que decía la verdad.  Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, aflojando todo el cuerpo.
—Ah, Rufus. Todo fue tan extraño...desde antes de que me anunciaras que debía partir hacia ese reino he tenido un presentimiento que recorre mi cuerpo haciéndome estremecer de miedo. No sé que sea...
—¿Pero... ?
El príncipe empezó a hablar como repitiendo cuantas imágenes veía en su mente.
—Cuando monté a "Cuchillada" me recibió muy extraño.
—Esa bestia es muy desobediente.
—No, no. No es verdad.
—Claro que sí, ya lo ha tirado varias veces. He pensado que algún día lo matará.
—No. Cuchillada nunca se ha llevado bien conmigo, pero es porque desde pequeño lo traté muy mal. Sin embargo es un animal muy noble y sería incapaz de hacerme daño.
—¿Cómo lo sabe ?...
—Lo sé, porque yo amo a cuchillada. Es mi bestia. Sé que nunca pude tener el pesadilla por el que tanto me encapriché, pero cuchillada es mío...y sé que él me quiere aunque todavía no podamos entendernos...
Romeo abrió lentamente los ojos.
—Sin embargo, su actitud hacia mí se volvió todavía más poco común. Como si quisiera evitar  que lo montara...por algo. Como si supiera de lo que iba a enfrentarme después.
—¿Qué ?...
El muchacho de pelo negro también se levantó de la silla y empezó a caminar por todo el recinto.
—Al fin, después de forcejear un rato, dejó que me subiera en él sin seguir forzándome a bajar. Más o menos por la mitad del camino, un hombre joven, de pelo más largo que yo, ojos reptiles y orejas extrañas se nos atravesó. Cuchillada se mostró muy contento, lo que me extrañó mucho. El hombre me dijo que pronto me enteraría de muchas cosas en el reino de Alfa, de situaciones que vendrían y a las que debería enfrentarme, pero nunca me dijo de lo que se trataban. De pronto se acercó a nosotros y acarició los cuernos de mi bestia. Luego me sonrió y caminó hacia el bosque. Desapareció. No le di mucha importancia, pues para mí era un loco cualquiera. Cuando llegué al reino de Alfa, estaba desierto...Asistí a la dirección especificada en la carta que me entregaste, y resultó ser una especie de capilla. Luego, el mismo hombre apareció con una túnica larga y negra...


—¿Quién eres tú ?—preguntó Romeo exasperado.
—Mi nombre es Sigfried. Bienvenido al oráculo del reino destruido.
Para Romeo esas palabras no tuvieron coherencia alguna.
—¿Tú le dijiste a mi  padre que tendría que venir cuando cumplieran cinco años de su muerte ?...
—Así es.
—Entonces explícame que quieres de mí.
—Yo no quiero nada de ti. Es otra persona la que te quiere.
—No entiendo nada...
Romeo se acercó al hombre, que estaba sentado en una orilla de una ventana con un vitral de un dragón. La luz que entraba por allí reflejaba la figura en el suelo del oscuro lugar. Había una atmósfera tensa, extraña, pero al mismo tiempo cálida y enigmática. 
—Acércate cuanto quieras—sonrió Sigfried.
—Tú no eres del tipo de un habitante de Alfa. Ni siquiera eres de Ysatna...—murmuró Romeo desconfiado.
—Tienes razón, joven príncipe Romeo. No soy de alfa, ni siquiera nací en Ysatna.
—Exijo una respuesta clara.
—Soy el monarca del Reino Dragón.
Romeo tragó saliva pues se le secó la boca de repente.
—Reino Dragón...
—Te suena el nombre, ¿Uh ?...—Dijo Sigfried sonriendo, mas no maliciosamente, sino en franca comprensión—. Tu padre siempre quiso conquistar ese reino antes de que yo lo gobernara, cuando no era el Reino Dragón, sino el Escanto.
(Los escantos eran una raza pacífica  del este de Ysatna que poseían una de las mejores y más grandes extensiones de tierra que cualquier reino hubiera podido desear. Sin embargo, por lo tranquilo de su gente, eran presa fácil de  ataques por parte de otros reinos conquistadores. Uno de ellos era el reino de Omega, de donde era Romeo. Hubo una gran guerra entre el reino de Omega y los Escantos, una de las batallas más grandes de la historia de Ysatna en la que un dragón acuático intervino salvando el reino y a la princesa que lo gobernaba. El dragón acuático y la escanto se casaron y formaron el Reino Dragón...)
—T-tu...Tu eres el dragón Sigfried.
—Me parece muy bien que seas tan inteligente...
—¿Qué haces en el reino de Alfa ?...
—El reino ha sido destruido por una ola obscura—de nuevo las palabras de Sigfried perdían coherencia—Esa ola alcanzará tu reino y los otros reinos.
—Por Dios que no entiendo nada...—dijo Romeo tocándose la cabeza—¿Ola Obscura ?...
Sigfried descendió a donde estaba él.
—Convine con el líder del Clan Solar y con tu padre para venir aquí y advertirte. El del clan ya hizo lo propio. No tengo rencor alguno contra ti, tu padre o tu reino. Quiero proteger el mundo donde viví, donde vivió la mujer que tanto amé...
¿Por qué demonios hablaba Sigfried en pasado ?...
—¿Vivió ...?
—Estoy muerto, hijo...

—No puedo creerlo—murmuró Rufus—. ¿El más poderoso de los reyes de Ysatna  apareció ante ti para decirte que algo iba a destruir todos nuestros reinos ?...
—Por favor, déjame terminar...

—Señor. Lo lamento—dijo Romeo haciendo una reverencia—. No lo trato con el debido respeto.
—No te preocupes. No importa. Mi misión es prevenirte. Mi esencia nunca dejó de ser la de dragón, por lo que puedo aún muerto ayudar un poco a esta misión.
—Continúe. Por favor. ¿Qué es eso de Ola Obscura ?...
—Una terrible devastación. De aquí solo pudieron salvarse dos : la princesa Julieta y Atma. Son buenas personas y podrán ayudarte. Solo recuerda sus nombres.
—¡¿Terrible Devastación ? ! ¿No puede ser  más explícito ?...
—Existen dos piedras preciosas de gran poder. Dos joyas de fuego, un fuego superior a cualquier centella llameante que haya existido en Ysatna nunca antes. Esas dos legendarias joyas tienen una gran fuerza devastadora, y están dentro de dos niños. Dos poderosos niños.
—¿Cómo ?...
—Esos niños son el sol y la luna, la mañana y la noche, la luz y las sombras. Ellos tienen las piedras, y el dueño de la Ola obscura quiere las joyas. Si las tiene, nada en Ysatna quedará de pie. No quedará piedra sobre piedra.
—Y esos niños...¿De qué lado están ?...
—Del lado del que quieran estar. Nadie decide sobre esa cuestión. Ellos llegarán muy pronto, porque el demonio los traerá para sus propósitos. Pero ellos no deben caer ante éste.
—¿Cómo son ellos ?...
—El sol y la luna.
—¡No !...quiero decir...
—Cuando aparezcan, lo sabrás. Porque son de una tierra de leyenda. De una tierra donde existió una poderoso Dragón-hidra : Orochi.
—Orochi.
—Orochi fue encerrado por los padres de esos niños.... Pero viven una culpa que no les toca a ellos, sino a sus antepasados.
Romeo ya no entendía nada de nada.
—Caerán como ángeles del cielo. Su poder será enorme. Su valor es como el de mi hijo, más mi hijo solo los iguala en valor, no en poder.
—¿Tu hijo ?...
—El más fuerte y amable de los caballeros dragón—sonrió Sigfried—...y el más joven e inexperto. Solo su corazón lo ayudará al enfrentarse al demonio.
—¡¿Y yo que tengo que ver en esto ? !.
—Tu corazón intervendrá. Tu alma también. Serás parte de la historia y de la leyenda. Y deberás cuidar a uno de los niños.
Poco a poco el rey se empezó a convertir en agua.
—¡Espera !...si lo sabes todo, ¿Quién ganará ?...
—Nadie lo sabe. Yo no lo sé. La leyenda apenas se está escribiendo.
Sigfried ya estaba a punto de desaparecer.
—Omega Romeo...cuida a mi hijo...
Romeo se quedó de a seis . No entendía nada, pero a la vez comprendió todo...
—No sé por qué lo digo, pero lo prometo, Rey Sigfried.
—Sé que lo harás bien. Solo no dejes que tu corazón se consuma en un amor difícil...
—¿Qué ?...
El Rey desapareció.

—Fascinante—Rufus apenas podía creer lo que el príncipe Romeo le contaba.
—Así es. Ahora, ¿recuerdas a Sir Kusanagi ?...
—¿Sir Kusanagi ?...
—Mi joven Huésped.
—Por supuesto.
—Cuando volvía para acá después del largo viaje, Cuchillada iba inquieto. De pronto, rugió y por inercia volteé hacia arriba. De pronto vi como si cayera una estrella fugaz, que se estrelló kilómetros adelante, sin hacer ruido, sin provocar ninguna explosión. Era de color escarlata. Me dirigí presurosamente al sitio donde había caído, cuando un hombre lagarto se nos atravesó. Desenvainé mi espada y lo partí en dos. Después aparecieron varios más, pero cuchillada se encargó de ellos. Era como si quisieran evitar que llegara a donde estaba lo que había caído del cielo. Ya no volvieron. Galopé, pues cuchillada estaba muy nervioso y cuando eso pasaba, a mí también me iba mal, así que decidí alejarme de donde habían aparecido esos monstruos. De pronto él paró en seco. Nadie nos seguía, todo había terminado... Regresó a ser el mismo de antes. Justo cuando sucedió esto, lo hice caminar al lago, para obligarlo a beber ya que corría hiel por su hocico. Pronto me percaté que llegamos al sitio donde esa ráfaga escarlata había descendido...Allí fue donde lo encontré, bebiendo desesperadamente, hablándose para sí, pidiendo por el bienestar de una persona llamada "Iori".
—¿Iori ?...
—Entonces comprendí...que era uno de los niños. El niño al que debía cuidar.
—Ahora entiendo.
Rufus y Romeo quedaron en profundo silencio.
—Entonces, solo queda esperar el momento de la gran guerra...—concluyó el viejo.
—Sí. Sir Kusanagi tiene que estar bien. No sé cual sea exactamente el papel que jugará en esta situación, pero debo protegerlo.
—¿Y el príncipe-caballero Dragón ?...—sonrió Rufus.
—Ja, aún no tengo el gusto de conocerlo. Ojalá sea pronto.


Sigma subió a donde Iori. Abrió la puerta repentinamente, encontrándolo sentado en la cama, pensativo. Sin haber tocado la comida.
—¿Qué te sucede Sir Yagami ?.
—Nada que te interese.
—Claro que me interesa. Estás a mi cuidado.
Iori se volvió molesto.
—¡Yo no estoy al cuidado de nadie !...
Sigma se acercó y lo miró serio. Esa era mirada a la que Iori no podía revelarse.
—Claro que sí. Y si quieres que te ayude a buscar a Kyo o como se llame te vas a comportar. No conoces nada de este mundo.
—No. Este mundo es estúpido.
A Sigma le cayó al fin el veinte.
—La mucama.
—¿Eh ?...
—La mucama hizo que pensaras eso, ¿Eh ?...
Iori lo miró asombrado. ¡Con una chingada ! ¿Qué no podía ocultarle nada a Sigma ?...
—No necesitas responderme—El caballero se sentó a un lado de él, apartando un poco la charola de comida—. Solo quiero que me escuches...
Le pasó un brazo por los hombros en señal de franca amistad.
—En Ysatna, debemos ayudarnos. Está a punto de pasar algo muy grave...
—Necesito que me escuches, caballero dragón. Es algo serio. Tú que conoces Ysatna, deberás decirme todo...

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