Sueños de un demonio - Capítulo VII




Capítulo VII

La búsqueda


     En una oscura cueva, una luz iluminaba tenuemente la gran oscuridad que allí existía. Esa luz provenía de un pequeño lago mágico en el interior de ésta. Esa luz era observada por aquel ser encorvado que momentos antes había despedido a los compañeros de los peleadores del torneo de King Of Fighters. Parecía esperar a alguien. Se mantenía totalmente cubierto por aquel hábito. Cuando se sintió seguro, se lo quitó de encima. Era un ser diferente a los lagartos, pero similar en unos aspectos.
     De  sus extrañas fauces brotaba gran cantidad de baba. Sus ojos eran curvos y rasgados, con mirada terrible y como de reptil. No tenía rostro, su cabeza era una sucesión de placas metálicas que le daban una forma monstruosa. Sus colmillos eran en varias hileras, filosos y letales. Su cuerpo era muy encorvado, y estaba cubierto de varias más capas de metal a modo de escamas, pareciendo estar desnudo. Sus brazos eran largos y deformes, sus uñas eran unas filosas garras y sus piernas, en las que se mantenía erguido parecían las patas de un dragón. Sus movimientos eran reptileanos pero sigilosos. Pronto empezó a dar muestras de impaciencia.
—¿ Dónde están ?—gruñía espantosamente—¡Malditos sirvientes ! nunca debí haberlos enviado a tomar a los niños prisioneros...
     Al fin en el agua pudo mirar una imagen panorámica de la salida del lugar, y a los animalejos que habían aparecido en el torneo entrar. Cuando llegaron hacia su amo, todos se inclinaron pegando sus hocicos al suelo.
—¿Dónde están los niños ?...
 El mismo que había empezado el ataque hacia Iori, y que parecía ser el capitán de ese grupillo tuvo que responder.
—No los traemos...amo.
—¡¿Queeeeeeeeeeeeeeeeé ? !—El monstruo rugió y  apareció ante aquel sirviente. Lo sujetó del cuello y lo miró satánicamente—¡¿A ninguno de los niños ? !...
—A ninguno de los dos...
     El amo aventó a su esbirro contra  uno de los muros de la cueva, haciéndolo chillar.
—¡¡Son unos estúpidos ! !...¡¡¿Saben lo que significan ellos ? ! ! ¡¡¿LO QUE TIENEN EN SUS CUERPOS ? ! !...
     Ninguno se atrevía a mirar a su amo.
 Él se dirigió a un trono que estaba hasta el fondo, donde la oscuridad era total. Sus ojos fulguraron de una manera terrible.
—Si no me traen al de la piedra Atal, está bien...Pero si tampoco me traen al de la piedra Ura...pagarán caras las consecuencias de su ineptitud.
—P-pero...
—La búsqueda comienza a partir de estos instantes. Tienen 5 lunas para traer al niño de la Ura ante mí, o mínimo al de la Atal para complacerme.
—L-lo haremos, amo Mordoss...
     Todos se escabulleron por los suelos, humillados.
—Hermoso niño de la Atal...aún más hermoso niño de la Ura...ustedes harán que yo sea el más poderoso sobre la faz de Ysatna...
     El ser lamió su hocico con lascivia.
—Cuando sus piedras sean mías...sus cuerpos también serán míos...y si no quieren cooperar, serán muertos...
 

     Iori estaba profundamente dormido sobre el lomo de Pesadilla. Sigma, quien se encontraba sentado muy cerca de él lo miraba con insistencia.
—Este joven dice venir de la Tierra...¿Tienes una idea de dónde es eso?...
 El animal parecía entender todo, como si fuera un humano, más no podía hablar. Simplemente se limitó a caminar a grandes zancadas.
—A mí no me engañas...—Sigma le dio un zape en el casquete al dragón—¿Qué hacías en los sueños de Sir Iori ?...
     El animal emitió un rugido, que sigma pareció entender.
—¿Uhm ?...¿un amigo de él puede morir ?...
     El dragón volvió a gruñir.
—¿No es su amigo ? ¿Entonces porque tiene tanto miedo ?...
     La bestia hizo un ademán extraño.
—No lo sabes...
     El grupo siguió su camino. Iori se movió un poco y casi tira la capa que le había puesto Sigma , quien la tomó y con ella volvió a cubrirlo suavemente. Siguió mirándolo con curiosidad. Su cara era pálida, sus rasgos finos y su cabello rojo que caía sobre su rostro...
—Kyo...—murmuró Iori.
 Sigma volvió a sí.
—¿Kyo ?...
 El animal gruñó un poco.
—¿Así se llama la otra persona ?...ya veo...
     El caballero quiso despertar a Iori, pero se arrepintió. Luego dejó salir un leve suspiro.
—Una vez mi padre dijo que yo conocería a alguien...
     El animal aminoró su alocado paso para poner atención a su amo.
—¿Recuerdas a mi padre?...
     La bestia asintió.
—Siempre me contaba historias raras, y una vez me mencionó ese lugar : La tierra. Decía que allí vivían seres como los que habitan Ysatna, pero que los dragones y las hadas dejaron de existir hace mucho...debido a la ambición y a los malos sentimientos que se apoderaron de aquellas tierras...
     Su dragón lo escuchaba como una persona más.
—Un día, llegó a castigarlos una serpiente terrible, un dragón-hidra...de ocho cabezas.
     Sigma volvió a mirar a Iori.
—¿Cómo será la vida allá ? ¿Cómo derrotarían a aquella hidra ?...
     Ya no se escuchaba nada más que el murmullo de los árboles.
—Un anciano extraño una ocasión me dijo que dos jóvenes extraños llegarían a Ysatna, y que algo muy grande iba a ocurrir...que se iba a escuchar por todos los reinos un clamor como nunca se ha escuchado y nunca se escuchará...
     El chico siguió en sus cavilaciones.
—¿Sir Iori será uno de estos dos seres ?...viene de tierras lejanas y legendarias...y es extraño...—Iori le tomó la mano. Sigma sonrió.
—Sir Yagami, ¿Qué tengo que ver con tu aparición ?...—se preguntó.
 Pesadilla prosiguió su camino al pueblo más cercano.

    Kyo iba abrazado de la espalda del joven de cabello negro. Estaba tan cómodo que se quedó dormido.
—Vaya...—murmuró Romeo—este chico en verdad está débil...algo serio debió haberle sucedido—Eh, Kyo...Sir Kusanagi...
 Romeo tocó un poco el rostro de Kyo, quien despertó.
—¿Eh? ¿Qué pasa?
—Todavía falta un poco para que lleguemos a mi castillo...estás durmiendo y te puedes caer del caballo...
—Ah, sí...lo siento.
 Kyo de cualquier modo no se sentía con muchas fuerzas, así que siguió aferrado al joven.
—Aprietas muy fuerte, Kyo.
—Ah...Gomen.
 Romeo atisbó una sonrisa y siguió mirando al frente.
—Eres de tierras muy lejanas...
 Kyo bajó la mirada, entrecerrando los ojos.
—Eso la verdad no lo sé...porque no sé donde estoy, ni como llegue hasta aquí...
—Permíteme responderte a lo primero. Estas tierras en toda su extensión, desde donde veas que sale el sol hasta donde se oculta, tienen por nombre Ysatna.
—Ysatna...
—Así es. Aquí no existe ningún Japón, ningún Tokio y ninguna Yuki ni ningún Iori.
—¿Yuki ?—dijo Kyo avergonzado—¿Iori?...
—Sí. Cuando estabas dormido, pronunciabas esos nombres, y esos últimos muy seguido.
 Kyo se puso un poquillo colorado. Romeo siguió mirando al frente.
—¿Puedo saber quienes son?—le preguntó—.
—Pues...ellos...son...unas personas...
—Qué respuesta tan vaga—dijo Romeo aún sonriendo—...¿Te da pena decirlo?...
—Son...personas...muy especiales para mí.
—Ah, entiendo.
 Siguieron su camino, sin que ninguno de los dos pronunciara palabra.
 

 Iori comenzó abrir poco a poco los ojos. La luna seguía brillando en el cielo y él sentía como se encontraba sobre algo cálido que se movía...Se sobresaltó al recordar a la bestia y se levantó un poco asustado. Aún su visión no se le despejaba cuando reconoció un amable rostro.
—¿Kyo ?...
 Sigma lo miró con una sonrisa muy amable.
—Yo no soy Kyo...
 Iori miró hacia todos lados y comprendió que nada había sido un sueño. Volvió a recostarse un poco molesto, y un poco triste. Sigma le tomó de un brazo.
—Tranquilízate, Sir Yagami. Aún falta un buen tramo para llegar al pueblo más cercano. Allí podrás descansar mejor.
 Pero Iori no lo miraba. Trataba también de ignorarlo, pero no podía, lo escuchaba. La voz de Sigma era muy segura. Sin embargo, estaba triste por...
—King—dijo Sigma—.
—¿Eh?...
—King. King el nombre de esa persona por la que estás preocupado—dijo Sigma mirándolo fijamente—...también por una persona llamada Kyo.
 Iori le sostuvo la mirada. Ver a Sigma a los ojos era como ver a los ojos de un extraño reptil...
—Él me lo dijo—dijo el joven dando palmaditas sobre el lomo del animal.
—¿Te lo dijo?...
—Entiendo perfectamente su lenguaje...o al menos, la mayor parte...
 Y Iori siguió mirando hacia la nada.
—¿Te preocupan tus amigos?...
 Iori volteó a mirarlo. Trató de hacerlo fríamente, fatalmente, pero al ver a Sigma le parecía imposible.
—Kyo...—aclaró—no es mi amigo—dijo en tono lo más seco que pudo—.
—No creo...no estarías preocupado de esa forma.
 Iori empezó a temblar, pues comenzó a darle frío. Sigma lo cubrió por segunda ocasión con su capa.
—Kyo...—dijo—es alguien con quien quiero hablar...
Sigma siguió mirando a Iori esperando que fuera más específico.
—Es una persona muy importante para mí. Ha sido mi peor desgracia en la vida, pero quiero saber si está bien...—Agregó Iori.
 Sigma regresó a su actitud de siempre.
—No te preocupes. Cuando estés mejor, lo buscaremos.
—Mañana mismo.
—Mañana mismo si lo deseas, Sir Yagami.
 Iori le sonrió. Siempre le había costado un trabajo inmenso sonreírle a la gente -como a King- aunque fuera un poco. Pero con este caballero extraño, podía hacerlo como si lo conociera de siempre, como amigo...además, lo estaba ayudando...
—¿Todos los caballeros dragón son así?...
—¿Ah?...
 Iori le sonreía abiertamente.
—¿Todos los caballeros dragón son así de amables con cualquier estúpido?...
 Sigma lo miró un poco extrañado, pero le contestó:
—Tú no eres ningún estúpido, Sir Iori.
 El chico peliazul - pots ^^- guardó un poco de silencio.
—Si te refieres a si ayudamos a todas las personas aunque seas un perfecto y poco amable desconocido...sí. Es nuestro deber. Para eso nacimos.
—Qué idiotas.
—Qué lamentable que pienses de ese modo, Sir Iori.
—¿Acaso pretendes sermonearme?...—replicó Iori.
—No. Cada quien es libre de pensar lo que quiera, de acuerdo a lo que ha vivido—Sigma le clavó a Iori una mirada serio. Iori sintió como Sigma quería hurgar en su alma, porque tenía la razón en lo que estaba diciendo...—. No puedo pedirte que cambies, pero...¿Eres feliz siendo como eres?...
    Iori se quedó callado.
—Sir Yagami. A veces, las personas nos comportamos de un modo de acuerdo a lo que vivimos en el pasado, pero si no se es feliz, se debe cambiar.
    Sigma aún miraba a Iori insistentemente.
—Eres una persona solitaria.
    Esa no había sido una pregunta. Iori le devolvió la mirada.
—Has conocido a alguien, y tienes la esperanza de que ese alguien te ayude a salir de esa gran soledad...también quieres arreglar algo que está mal con otra persona...
    Pesadilla se había mantenido caminando, pero expectante. Él tuvo una razón para entrar a los sueños de Iori, pero la mantenía oculta. También, ¿Cómo pudo salir de esa dimensión?...Se había atravesado ante el taxi de Iori, como si hubiera querido advertirle sobre  aquella pelea...
—Ese alguien con el que quieres cambiar se llama Kyo, ¿verdad?...—dijo Sigma.
—Sí.
    Sigma sonrió desbaratando ese semblante serio que había tenido.
—Pues espero que lo encontremos pronto...
—¿ Y como sé que puedo confiar en ti?...
    Iori miraba a Sigma molesto. Éste se acercó a él invadiendo su espacio personal, cosa que a Iori le hubiera molestado con cualquier persona, pero con Sigma no...¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!...
—Es palabra de honor de un caballero dragón...no...mejor de un príncipe.
 

—¿Uhm?...
    Kyo se despertó de pronto, pero ahora estaba en otra posición arriba del caballo. Romeo se encontraba sentado tras él, manejando el caballo con las riendas mientras el chico se apoyaba en el cuello del animal.
—¿Qué pasó? ¿Por qué estoy así?...—dijo volteando un poco hacia Romeo.
—Apretabas muy fuerte y luego te aflojabas mucho—dijo riendo un poco—...Te volviste a dormir y estuviste a punto de caer un par de veces, así que por las buenas me detuve y te moví hacia adelante, para que no fueras a caerte y si eso sucedía, yo poder sostenerte...
—Ah, gracias...
    Kyo se sentía raro.
—Y...—añadió Romeo—me llamabas Iori.
    Kyo ahora sí que se avergonzó.
—Dime, ¿Iori vino contigo?...
—No estoy seguro.
—¿Cómo?...
—Nos separamos en el camino. Yo traté de agarrarlo, pero...
—Ya veo...Tu llegada debió haber sido en las peores circunstancias...
    Kusanagi permaneció callado.
—Tengo...tengo que ver a esa persona...tengo que encontrarla...
    Romeo le tocó un hombro.
—Sé lo que es perder a alguien con quien tenías que arreglar algo... y más si es un lugar que no conoces...
    Kyo cerró los ojos y agachó la cabeza.
—Quería arreglar las cosas...
    El otro joven no se atrevió a hacer más preguntas.
—No te aflijas, Sir Kusanagi. Mis ejércitos buscarán a tu amigo.
Kyo lo miró.
—¿Eres así de bueno con los que no conoces ?...
—Digamos que soy bueno con los que pasan momentos muy difíciles. Yo no estoy tampoco en un lecho de gloria.
Kyo miraba fijamente al atractivo joven mirando la mitad de su pálido rostro que no era cubierta por su cabello.
—Creo que podemos ser amigos. No querrás estar solo aquí.
—No, claro que no, gracias...



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